«Notó los brazos de ella rodeando su pequeño cuerpo. Las manos suaves y femeninas ascendiendo por las caderas hasta posarse en su pecho, a la altura del corazón. Habría podido ser una postura muy romántica…
Si no fuera porque acto seguido le empujó con toda su fuerza para tirarle por la borda.»
Dante siempre supo que su viaje de fin de curso sería inolvidable, pero nunca imaginó hasta qué punto. Al abrir los ojos y encontrarse completamente solo en una bañera desconocida, con dolor en cada célula de su cuerpo y una enorme aleta de pez en lugar de piernas, comprendió que nada volvería a ser como antes.
De nuevo, una obra de la autora Gema López Sánchez en mi poder. En su día me enamoró con la bilogía Mekronos, me atrapó con Cuentos para despertar y me emocionó con La sirena y el faro. Ahora, con El chico de la bañera me ha trasladado al mundo acuático con el que todos hemos soñado alguna vez: el mundo de las sirenas. Tras el oleaje de sus páginas, encontramos la primera parte de una saga donde la originalidad hace acto de presencia.
Dante es un adolescente que se nos presenta acudiendo con sus compañeros a un crucero por motivo de viaje de fin de curso. Se trata de un chico atado a unas muletas, ya que presenta una enfermedad hereditaria que afecta a la motricidad. Es por esta razón que, salvo su amigo Jorge (un personaje que aparece muy poco pero que me cayó bastante bien), no muchos le prestan atención. Incluso su presencia parece resultar una carga para los profesores acompañantes. En estas circunstancias, tras haber decidido quedarse en la cama en lugar de ir a una fiesta la primera noche, uno de sus simpáticos compañeros de camarote le echa para poder disfrutar de un encuentro íntimo. Dante, entonces, termina en una sala con máquinas recreativas donde se encuentra a una de las azafatas del crucero, que se hace llamar Pez Luna. Esta, una pelirroja explosiva, termina acudiendo a cubierta con él, donde lo besa y... lo tira por la borda.
Realmente no hice spoiler, sino que le coloqué el marco a lo que la sinopsis ya cuenta. Este punto exacto es el que cambia la vida de Dante para siempre.
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A partir de aquí, estos dos personajes se verán envueltos en diferentes encrucijadas, tanto a nivel de trama, como personales y de la relación de amistad que irán desarrollando. La realidad de Anthea también sufre cambios importantes con la llegada de Dante y este, además de sus transiciones humano-tritón, comprueba que ya no es ese chico tullido y enclenque de hace un año (el tiempo transcurrido desde entonces se escapa a su memoria), sino que se ha convertido en un joven fuerte cuyo cabello y ojos también han sufrido variaciones. Por supuesto, ya no necesita las muletas, dada su nueva condición. También ha adquirido nuevas habilidades.
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Sé que no tienes muchos amigos porque tienes miedo de que te hagan daño... Tiene que ser muy duro vivir con prosopagnosia y no saber de quién te puedes fiar...
Esta es otra muestra de la voluntad de la autora de incluir la discapacidad y distintos trastornos en la historia. El mensaje de inclusión es algo que la sociedad debería interiorizar más.
Hablaba de la relación entre los dos protagonistas. Si bien es verdad que, como decía, por el carácter de ambos (en especial, el de Anthea) discutían relativamente a menudo, había veces que algunas peleas se me antojaban como necesidad de la trama y no porque surgiese de forma natural entre los personajes. Esto lo comento porque, si en mi casa apareciese una criatura fantástica de cualquier índole, mi fascinación y necesidad de búsqueda de respuestas creo que se sobrepondría a discusiones más propias de la vida normal (¿qué se considera normal?). Esto, por supuesto, es una apreciación personal al intentar imaginarme en una situación parecida.
Por otro lado, encontramos otros personajes que, aunque secundarios, son importantes: Román (hermano de Anthea), Álvaro (marido de Román), Pez Luna (por supuesto), Carlos Sánchez (policía que investiga una serie de asesinatos), y algunos más. El elenco de personajes (bien construidos y creíbles, todo sea dicho) es bastante reducido. Eché de menos un poco más de variedad al respecto, pues la sensación que me da es de linealidad en la trama, habiendo esperado algo más de historias entretejidas entre sí. El argumento en sí me ha gustado bastante, pero no quita que haya notado una falta de profundidad asociada.
Además del mensaje relacionado con la inclusión, también denuncia la violencia de pareja. Lo hace en un ámbito al que no estamos acostumbrados: la pareja homosexual. La necesidad de continuar visibilizando la homosexualidad y, sobre todo, los malos tratos que también suceden en ella me ha parecido un punto fantástico. Y es que no hablar sobre algo no implica que no suceda. La concienciación es muy importante.
¿Cómo podía una persona convencer a otra de que la amaba y luego maltratarla hasta el punto de hacerla querer acabar con su propia vida?
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En cuanto a la narración, esta se lleva a cabo en tercera persona y con un lenguaje sencillo y cotidiano. Con respecto a la extensión, es cortita (alrededor de 160 páginas). ¡Menos mal que tendremos más dosis!
Así pues, y en resumen, diré que aunque ciertas cosillas se me han quedado cortas, he disfrutado mucho la historia, he empatizado con Dante, me ha mantenido en ese punto de fantasía con el que estoy tan vinculada por mis gustos y, lo más importante, ¡tengo ganas de más!
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