¿Qué es un libro?
Según la Real Academia Española, un libro es un «conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen». También lo define como «obra científica, literaria o de cualquier otra índole con extensión suficiente para formar volumen, que puede aparecer impresa o en otro soporte». Y algunas otras acepciones más.
Estamos de acuerdo en que, objetivamente, esa es la definición de «libro».
Pero ¿qué hay más allá de la tinta que descansa sobre las páginas, aquella que convierte líneas en pensamientos?
Un libro es un pasaje al tren de las ideas. Sus vagones recorren centenares, miles, millones de mundos, y nosotros elegimos en qué estación subirnos y hacia qué línea viajar. Mientras nos acompaña el arrullo de las ruedas sobre las vías, dirigimos nuestra vista a través de los grandes ventanales.
Sin apenas darnos cuenta, abandonamos el asiento acolchado y caminamos por lugares que nunca hemos visitado, repletos de colores, sonidos y sensaciones.
Conocemos personas y seres con los que nos identificamos o despiertan en nosotros sentimientos de rechazo. Nos hacen reír, indignarnos, llorar. Gente a la que, sin darnos cuenta, conseguimos llamar «amigos». Viajamos con ellos en sus aventuras y ellos se quedan junto a nosotros en una travesía coloreada de emociones.
Visitamos bellos parajes, pueblos antiguos, ciudades futuristas e incluso pertenecientes a otros planetas. Surcamos los cielos, navegamos los mares, investigamos misterios. Vivimos multitud de vidas mientras disfrutamos de la nuestra.
Y, al final, cuando el tren llega a su destino, cerramos los ojos y nos damos cuenta de que hemos regresado al asiento del vagón. Nos ponemos en pie, sintiendo en nuestro interior cómo algo ha cambiado. Cómo hemos absorbido la magia de las palabras, de una historia que ahora nos pertenece mientras una porción de nuestra alma se quedó en el interior de las páginas para siempre. Y advertimos que no se trata de una pérdida, sino de un crecimiento.
Cerramos las tapas del libro mientras abrimos los párpados. Las comisuras de nuestros labios se curvan, sutiles, hacia arriba. Un hormigueo recorre nuestros dedos anhelantes.
Estamos listos para nuestro próximo pasaje. Nuestro próximo viaje.